Las Vicuñas, consideradas sagradas en el Imperio Incaico, eran cautelosamente esquiladas y liberadas durante el emotivo «Chaccu», una ceremonia ancestral que se mantiene viva hasta el día de hoy, y que permite preservar y proteger la especie.
La ceremonia
Durante el Imperio Incaico, el Chaccu era un evento de gran valor cultural. Tras la captura de los rebaños y con mucha delicadeza, se escogía una Vicuña joven y grácil y se le realizaba un pequeño corte en la oreja. Su sangre colmaba el kero, para ser ofrecida a los Apus. El Inca, desde una majestuosa plataforma de piedra, tomaba el kero y un puñado de hojas de coca, y entablaba una conexión espiritual con los Dioses. Finalmente, arrojaba los vellones esquilados al cielo, desatando un coro mágico de voces y danzas a su alrededor.